TRASTORNO BIPOLAR
“No hay hermosas superficies sin terribles profundidades”
Friedrich Nietzsche
La etiqueta de bipolar está, por desgracia, muy extendida en nuestra sociedad y no porque se trate de un diagnostico que tenga una alta prevalencia sino por el uso cotidiano que se le da, denominando bipolar a cualquier persona que tenga cambios del estado del ánimo poco comprendidos por los demás. Nada más alejado del significado diagnóstico del término.
Con este artículo pretendo desmitificar lo atractivo de los síntomas (visto desde fuera) de un trastorno que es más grave de lo que pudiera parecer a simple vista y acercar un poco más el conocimiento del mismo, sin pretender hacer una guía que sirva para diagnosticar.
¿Qué es el trastorno bipolar?
Se trata de un trastorno que afecta al estado del ánimo, también conocido como trastorno maníaco-depresivo o psicosis afectiva, aunque son términos en desuso.
Se caracteriza fundamentalmente por la existencia y alternancia de episodios maníacos y/o hipomaníacos y episodios de depresión, aunque según el tipo de trastorno bipolar, no es necesario que se hayan dado los dos tipos de episodios para poderlo diagnosticar.
Una de las cuestiones que hace más complicado el tratamiento de este trastorno es que los pacientes que han pasado por estos episodios, ya sean maníacos y/o hipomaníacos, no suelen percibir que estén enfermos ni reconocer que necesiten tratamiento y se resisten de forma vehemente a recibirlo (Trastorno egosintónico). De hecho suelen ponerse en tratamiento cuando están en el episodio de depresión o con síntomas de depresión mayor en caso de los ciclotímicos.
Algunas de las características de estos episodios maníacos e hipomaníacos son:
- Sujeto enérgico, ingenioso, grandioso, encantador, muy sociable, hablador, activo.
- Personas que animan al grupo, divertidos que cuentan historias, elocuentes.
- Tendencia a idealizar a otros.
- Grandes planes, frenesí creativo, libres de necesidades físicas como comer o dormir, no paran hasta agotarse.
- Desean hacer varias cosas inmediatamente.
- Están a menudo muy alegres, eufóricos.
A simple vista puede ser muy atractivo sentirse así, aunque esto sólo es una parte, también asociados a dichos episodios están:
- Dificultad para el contacto emocional cercano.
- Cambios del estado del ánimo (labilidad emocional) que se da de manera repentina oscilando entre el enfado y la depresión.
- A pesar del estado de ánimo alegre hay considerable ansiedad.
- El encanto que despliegan tiene algo de irreal y frágil, provocan en los conocidos dudas sobre su estabilidad.
- La euforia les es familiar y desconocen la serenidad.
- Sobreestimación de sus capacidades y no detección de los riesgos derivados de sus acciones, por lo que es fácil que se pongan en peligro y que pongan en peligro a los demás (correr riesgos en el juego, conducción imprudente…).
- Se impacientan si no consiguen lo que desean. Si la realidad no coincide con sus deseos se quedan con sus deseos.
- Pueden tener explosiones de agresividad.
- Puede cursar con delirios y alucinaciones, por lo que se pierde el contacto con la realidad.
De esta manera podemos decir que tanto en un episodio maníaco como en un episodio hipomaníaco nos vamos a encontrar un estado afectivo que conlleva alteraciones del ánimo de tipo expansivo o irritable, y un aumento persistente de la actividad y la energía que se distingue claramente del estado normal del sujeto. En el que se dan varios de los siguientes síntomas:
- Aumento de la autoestima o sentimiento de grandeza.
- Disminución de la necesidad de dormir.
- Verborrea, más hablador de lo habitual o presión para mantener la conversación.
- Fuga de ideas o experiencia subjetiva de que los pensamientos van a gran velocidad.
- Facilidad de distracción.
- Aumento de la actividad dirigida a un objetivo o agitación psicomotora.
- Participación excesiva en actividades que tiene muchas posibilidades de consecuencias dolorosas. Llevan a cabo actividades que entrañan riesgo.
La diferencia fundamental entre lo maníaco y lo hipomaníaco es que lo hipomaníaco no conlleva necesariamente un deterioro del funcionamiento social o laboral importante. No se dan síntomas psicóticos (como pudieran aparecer en la manía). No requiere hospitalización.
Otras características que pueden estar presentes en un episodio maníaco pueden ser:
- Suelen cambiar su forma de vestir, el maquillaje o la apariencia personal por un estilo más llamativo o sugerente desde el punto de vista sexual.
- A algunos/as pacientes de les agudiza el sentido del olfato, del oído o la vista.
- Estos episodios pueden acompañarse con juego patológico o conductas antisociales.
- Algunos/as pacientes pueden ponerse agresivos/as y proferir amenazas físicas; si están delirantes pueden atacar a otras personas o suicidarse.
- Se dan cambios repentinos en el estado del ánimo (labilidad emocional) que oscilan entre el enfado y la depresión.
- Implicación en muchos proyectos nuevos y solapados sin tener grandes conocimientos en la materia.
- Los niveles altos de actividad se pueden presentar en horas intempestivas para el individuo.
- Puede suponer una marcada alteración del funcionamiento social u ocupacional o requerir hospitalización para prevenir que el individuo se haga daño o haga daño a los demás, debido a las actividades arriesgadas que puede llevar a cabo.
Por su parte, otras características de un episodio hipomaníaco pueden ser:
- Impulsividad. Puede contribuir a intentos de suicidio y a los trastornos por consumo de sustancias.
- Algunos pacientes pueden tener niveles elevados de creatividad lo que puede generar ambivalencia a la hora de buscar tratamiento.
El episodio hipomaníaco no puede mantenerse indefinidamente y a menudo es seguido por una escalada a la manía o un desplome a la depresión.
En el episodio de depresión mayor que precede a los episodios maníacos y/o hipomaníacos se produce un estado de ánimo deprimido o una pérdida de interés o de placer por todas o casi todas las actividades. En el que se dan además varios de los siguientes síntomas con una regularidad de casi todos los días o la mayor parte del día:
- Pérdida importante del peso, sin hacer dieta o aumento del peso, o disminución o aumento del apetito.
- Insomnio o hipersomnia.
- Agitación o retraso psicomotor.
- Fatiga o pérdida de la energía.
- Sentimientos de inutilidad o de culpabilidad excesiva o inapropiada.
- Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o de tomar decisiones.
- Pensamientos de muerte recurrentes, ideas suicidas recurrentes sin un plan determinado, intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo.
¿Qué tipos de trastorno bipolar hay?
Teniendo en cuenta los tres episodios que se han descrito en el apartado anterior: maníaco, hipomaníaco y de depresión mayor, se establecen los siguientes tipos de trastorno bipolar:
- Bipolar tipo I: Se ha dado un episodio maníaco.
- Bipolar tipo II: Se han dado episodios afectivos recurrentes consistentes en uno o más episodios de depresión mayor, y al menos, un episodio hipomaníaco. Los episodios depresivos mayores recurrentes son más frecuentes y más prolongados que en el trastorno bipolar tipo I.
Mención aparte tiene:
- Ciclotimia: Es una alteración crónica y fluctuante del estado del ánimo, durante al menos 2 años, que conlleva numerosos periodos de síntomas hipomaníacos (que no cumplen criterios para un episodio hipomaníaco) y periodos de síntomas depresivos (que no cumplen criterios para un episodio de depresión mayor) que son distintos entre sí y que han estado presentes al menos la mitad del tiempo y el individuo no ha presentado síntomas durante más de dos meses seguidos.
¿Qué tratamiento tiene?
Ahora que conocemos un poco más las características y los tipos del trastorno bipolar, es posible que se entienda mejor porque resulta complicada, ya no la voluntariedad del paciente para iniciar un tratamiento sino la adhesión al mismo.
Una parte del tratamiento farmacológico está enfocado en la atenuación de los síntomas de ambos episodios maníaco e hipomaníaco a través de lo que se llama estabilizadores del estado del ánimo. Reduciendo la vivencia de la intensidad de los episodios maníacos / hipomaníacos, cuestión por la que muchos pacientes no están dispuestos a pasar.
Por otro lado, están los antidepresivos con el fin de minimizar los efectos del episodio de depresión mayor.
En los casos de episodios de manía que cursan con sintomatología relacionada con la pérdida del contacto con la realidad (alucinaciones y/o delirios), se requiere el uso de antipsicóticos.
Por su parte el tratamiento psicológico ha de ir de la mano del farmacológico, se trabajan, entre otras cuestiones como:
- Generar un adecuado vínculo terapéutico.
- Trabajar el riesgo de abandono al tratamiento.
- Estrategias de autocuidado.
- Detención y manejo adecuado de los cambios del estado del ánimo.
- Trabajo sobre las defensas psicológicas fundamentales que suelen ser:
- Negación: es la defensa nuclear, ignorar o transformar en positivo circunstancias perturbadoras o dolorosas.
- Actuaciones (Acting): Huir ante la amenaza de pérdida, escapar de sentimientos dolorosos a través de la sexualización, intoxicación…
Rocío Vergillo Masip
Psicóloga y Mediadora en conflictos
Fuentes bibliográficas:
American Phychiatric Association, APA (2014) Trastorno bipolar y trastornos relacionados. DSM-5 Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.
Asociación Española para el Fomento y el Desarrollo de la Psicoterapia, AEFDP (2020) Curso de Experto en Trastornos de la Personalidad.